¿Qué pueden hacer las empresas para adaptarse al cambio climático?
Autor: Lefebvre
«A medida que sigan aumentando las emisiones de gases de efecto invernadero, se multiplicarán los fenómenos extremos como tormentas, inundaciones y sequías. Otros cambios más estructurales, como la subida del nivel del mar y el aumento de las temperaturas, se están acelerando», señala el Boston Consulting Group (BCG) en la introducción de su informe publicado en marzo sobre la adaptación y resistencia de las empresas al cambio climático. Estos fenómenos no dejan de tener consecuencias para las empresas:
los riesgos físicos pesan sobre sus activos e infraestructuras;
perturban sus cadenas de suministro;
también repercuten en su mano de obra, primas de seguros y costes de financiación.
Según el BCG, que se hace eco de las conclusiones de la ONU, a medida que los gobiernos se alejan del objetivo fijado por el Acuerdo de París -con un aumento de las temperaturas de +2,8 °C para 2100- «las amenazas para las empresas (…) aumentan en frecuencia e intensidad. Y la presión sobre los directivos para que adopten medidas de adaptación no hace sino aumentar».
Las empresas deben adaptarse
Los riesgos físicos ya repercuten en el margen y el balance de las empresas, señala el BCG. Estos riesgos
– reducen las ventas (alrededor del 40% de los impactos previstos),
– dañan los activos (entre el 20 y el 25% de los impactos)
– aumentan la base de costes (20-25% del impacto) y los costes de financiación (alrededor del 10% del impacto).
En consecuencia, «la capacidad de adaptación de una empresa se convierte en un factor clave para garantizar su competitividad. Por un lado, la adaptación es una cuestión de supervivencia (o, como mínimo, de control de costes) para muchas empresas, que necesitan proteger su balance y sus márgenes frente al riesgo climático (hasta un 25% de pérdidas de EBITDA en un escenario de 2°C). Por otro lado, la adaptación también genera nuevas necesidades. A corto plazo, es un mercado de empresas «proveedoras de soluciones» capaces de ayudar a los agentes públicos y privados a reforzar su resiliencia. A más largo plazo, es una oportunidad para todas las empresas capaces de reforzar su posicionamiento integrando en su estrategia cambios en el comportamiento de los consumidores, la disponibilidad de recursos o el acceso a determinadas regiones», señala BCG.
¿Cómo conseguirlo?
Para mitigar los riesgos y ser resilientes, los directivos deben poner en marcha su organización. En concreto, se recomiendan las siguientes acciones
Calificar y cuantificar los riesgos climáticos utilizando herramientas (datos, modelos, taxonomía, IA, etc.).
Movilizar recursos: «en todas las etapas, desde la identificación de los riesgos hasta la definición de las medidas de adaptación (mitigación de los riesgos, aprovechamiento de las oportunidades), la financiación, el despliegue y el seguimiento de estas medidas».
Dirigir la adaptación. «Los consejos de administración, los consejos de supervisión y los comités ejecutivos desempeñan un papel central. Aportan la visión, garantizan la coordinación entre las distintas entidades y toman las decisiones necesarias».
Movilizar la innovación tecnológica: «tanto para anticipar y evaluar los riesgos como para proponer soluciones (chalecos refrigerantes para los trabajadores, agricultura regenerativa, energía geotérmica, hormigones curativos, etc.)».
Prepararse para la gestión de crisis vinculadas a catástrofes relacionadas con el clima.
Buscar «un nuevo equilibrio en las cadenas de suministro»: «Éstas se enfrentan a perturbaciones geopolíticas, sanitarias y económicas, que provocan aumentos del precio de los materiales y retrasos en las entregas. El deseo de una mayor estabilidad exige reconfigurar ciertas cadenas de valor, reubicando o revisando la cartera de proveedores. Pero las empresas siguen subestimando este enfoque global. Menos del 20% de ellas evalúan sus riesgos físicos tanto aguas arriba como aguas abajo de sus operaciones».
Cooperar a nivel local: «acelerar el despliegue de las medidas de adaptación. Los riesgos físicos están localizados. Por tanto, las empresas, las comunidades y las autoridades públicas están expuestas a las mismas amenazas, y las respuestas suelen ser complementarias. La cooperación puede centrarse en la anticipación de estos riesgos mediante alertas meteorológicas, la definición de medidas de adaptación (unos 90 países cuentan con un Plan Nacional de Adaptación, desglosado por subregiones) y la financiación (muchos proyectos de adaptación requieren mucho capital, por lo que compartir con cofinanciadores privados o públicos da acceso a más soluciones). La cooperación con el sector público es especialmente importante, ya que desempeña un papel clave en la financiación de proyectos de adaptación», subraya BCG.
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