El primer paso es organizarse. Para que sea eficaz, cada empresa debe adoptar una estrategia que le convenga, con el objetivo de “hacer de este un ejercicio sólido, atractivo y fomentado al más alto nivel de la empresa”, subraya el informe.
Para ello, primero hay que definir el equipo del proyecto. Se trata de elegir un jefe de proyecto, generalmente procedente de los equipos de RSE/Desarrollo Sostenible o Finanzas, crear un equipo multidisciplinar, definir los órganos de seguimiento y supervisión, etc. El informe también recomienda identificar a los “expertos clave” y asegurarse de que su contribución es la adecuada. Por último, recomienda movilizar a los gestores, que aportan un apoyo importante a la realización de los proyectos prioritarios.
En resumen, el informe propone una herramienta que defina las funciones y responsabilidades de todos los implicados en el proceso de doble materialidad.
El segundo paso sería la clasificación. Para hacerlo bien, la empresa debe determinar el grado de profundidad y detalle de cada tema. “La clave está en mantener el equilibrio en la elección y adaptar el análisis para que sea relevante para los temas en cuestión”, advierte el informe.
Integrar la doble materialidad en sus operaciones | Determinar cómo adaptar el ejercicio para tener en cuenta las características locales específicas de las filiales y/o zonas geográficas. |
Determinar la granularidad de los problemas |
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Identificar impactos, riesgos y oportunidades (IRO) |
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El tercer paso es no olvidar las cadenas de valor. La directiva CSRD exige que se considere toda la cadena de valor en términos de doble materialidad. Según el informe, las empresas deben “integrarla de la forma más eficaz posible y adoptar un enfoque de mejora continua”.
¿Cómo hacerlo? El informe recomienda determinar la cadena o cadenas de valor para el análisis (cartografiar, representar varias cadenas de valor en función de la complejidad de las actividades, simplificar la representación, integrar un análisis dinámico, no tener en cuenta la noción de responsabilidad o influencia).
La cuarta etapa es la comunicación. A la hora de elaborar su informe de sostenibilidad, las empresas deben tener en cuenta las opiniones de las partes interesadas.
Para ello, primero deben trazar un mapa de los grupos de interés, identificando a los afectados y los temas de cada uno. También se recomienda que:
– utilicen mecanismos de diálogo
– definan el método de consulta (entrevistas, talleres, cuestionarios, etc.)
– especifiquen las expectativas de la consulta
– retroalimentar a los consultados, etc.
Una quinta etapa sería trabajar con lo que ya existe. Algunas empresas ya han puesto en marcha sistemas y análisis que responden a las expectativas de la doble materialidad. Según el informe, es importante no reinventarlo todo, sino utilizar lo que ya existe, como los sistemas de gestión de riesgos y el deber de diligencia. La clave está en garantizar que todo sea coherente.
Aunque no existe una solución única para elaborar un informe de sostenibilidad, la estrategia y la transparencia parecen ser la piedra angular del análisis. “Nos arreglaremos con sentido común y soluciones razonables”, concluyen los autores del informe. Así pues, corresponde a cada empresa seguir su propia disciplina.