La AEMA ha publicado la primera Evaluación Europea de Riesgos Climáticos para apoyar la identificación de prioridades políticas relacionadas con la adaptación al cambio climático y los sectores sensibles al clima.
El estudio identifica 36 riesgos climáticos que pueden tener graves consecuencias en Europa, agrupados en cinco grandes grupos: ecosistemas, alimentación, salud, infraestructuras, economía y finanzas.
Según la evaluación, Europa es el continente del mundo que más rápidamente se está calentando. El calor extremo es cada vez más frecuente, las precipitaciones son cada vez más intensas y en los últimos años se han producido inundaciones catastróficas en varias regiones.
El sur de Europa está especialmente expuesto al creciente impacto del calor y la sequía en la producción agrícola, el trabajo al aire libre y el turismo estival.
Las regiones costeras bajas, incluidas muchas ciudades densamente pobladas, están amenazadas por las inundaciones, la erosión y la intrusión de agua salada, agravadas por la subida del nivel del mar.
Las economías regionales y locales que dependen del turismo, la agricultura, la pesca y la silvicultura son especialmente sensibles al cambio climático. Esto incluye los Alpes y otras regiones montañosas, las regiones costeras y las islas del Mediterráneo, así como amplias zonas del norte de Europa.
Además, las zonas urbanas densamente pobladas están especialmente expuestas a las olas de calor y a las precipitaciones extremas. El efecto de “isla de calor urbana ” puede amplificar los efectos de las olas de calor, sobre todo por la noche. El estudio también señala que el alto nivel de sellado del suelo y el número limitado de espacios verdes y azules en las ciudades aumentan el riesgo de inundaciones.
El estudio identifica el calor como el principal riesgo climático para la salud, sobre todo para las poblaciones vulnerables, como los trabajadores expuestos y los ancianos. “Hay muchas formas de reducir los riesgos para la salud relacionados con el clima que quedan fuera del ámbito de las políticas sanitarias tradicionales, como el urbanismo, las normas de construcción y la legislación laboral”, según la Agencia.
En cuanto a las infraestructuras, el estudio también advierte de impactos crecientes, sobre todo en los sectores de la energía, el agua y el transporte. Los edificios residenciales también deben adaptarse al calor cada vez más intenso.
Los riesgos climáticos también repercuten en la economía y las finanzas: en concreto, los fenómenos extremos pueden aumentar las primas de los seguros, amenazar los activos y las hipotecas, e incrementar el gasto público y el coste del crédito. “La viabilidad del Fondo de Solidaridad de la UE ya se ha visto seriamente amenazada por las costosas inundaciones e incendios de los últimos años”, señala la AEMA.
Para la Agencia, la UE y sus Estados miembros deben trabajar juntos e implicar a los niveles locales cuando sea necesario. Y aunque la mayoría de las políticas y acciones destinadas a reforzar la resistencia de Europa al cambio climático están pensadas a largo plazo, para la Agencia es urgente actuar ahora “para evitar opciones rígidas que no se adapten al futuro en un clima cambiante, como la planificación a largo plazo del uso del suelo y las infraestructuras”.