CONCLUSIONES
El sector de asesorías se caracteriza por una clara orientación al negocio de servicios “empaquetados”, a diferencia del de los abogados cuya actividad se basa en la individualidad de las demandas de sus clientes, lo que se conoce como casuística. La asesoría implica un sector de actividad muy amplio que abarca desde la normalización de la actividad contable para autónomos, PYMES y otros tamaños de empresa, a resolver de forma eficiente toda la demanda de gestiones burocráticas asociadas a la actividad y al trabajo de estos mismos clientes.
Éste es un mundo amplio, pero básicamente hablamos de este sector refiriéndonos a las asesorías que se centran sobre todo en gestoría, contabilidad y asesoría fiscal, mercantil y laboral. Pero ese amplio mundo de asesorías y servicios a empresas que dejamos de lado puede ser un campo de crecimiento y una gran oportunidad para re-enfocar el negocio de la asesoría.
Las asesorías iniciaron ya hace mucho la transformación informática, automatizando una gran parte de los procesos contables o de gestión y ‘papeleo’. Es un sector donde están incorporadas de manera general las herramientas de gestión documental de tramitación administrativa y de aplicaciones digitalizadas, programas de gestión que suponen ahorro de procesos.
Dada su dependencia funcional de la tecnología no son reacias a integrar las innovaciones que mejoran los procesos (eficiencia). Sin embargo, son mucho más pasivas en la adopción de innovaciones orientadas a generar conocimiento (incrementar el valor aportado), como nos muestra a continuación los datos de adopción de tecnologías. Pero quizá el cliente ha crecido más rápido que ellas, y sobre todo les ha dejado atrás en todo lo que es Internet, el móvil, apps, RRSS y …: los clientes más avanzados se extrañan de que todavía tengan que darles facturas en papel o que puedan ellos meterse en el banco para ver sus facturas pero la gestoría no sea capaz de introducir automáticamente los movimientos en el programa de contabilidad.
Hasta ahora esto era poco importante, la relación era de confianza, de inercia o basada en un compromiso personal dentro de un mercado commodity. Pero hoy el cliente se informa, Internet ha vuelto transparente este mercado … y conocer las alternativas puede ser dramático. Aún así hoy, de momento, y a pesar de que los entrevistados que representan una visión más innovadora plantean este panorama como posible, las asesorías parecen defenderse bien, los resultados del último año y las perspectivas de crecimiento declaradas en la encuesta muestran más bien optimismo.
La tecnología está lista para la transformación digital: las empresas que desarrollan programas de gestión para pymes tienen ya disponible soluciones de software para:
Los principales impulsores de este cambio serán los clientes, que exigen servicios más ágiles, en tiempo real y abiertos para consultar sus propios datos.
También ha jugado un importante papel en la transformación la propia Administración, que va dejando sin excusas la resistencia a dejar a un lado tareas automatizables. En el futuro se identifica incluso la posibilidad de que Hacienda no solo prefigure el borrador de la declaración de renta, sino de los libros mayores de contabilidad de las empresas.
Y una característica interesante de este sector es el papel de las empresas proveedoras de software, que en vez de competir con las asesorías en la instalación de sistemas de digitalización para la autogestión en las empresas, han entendido que la oportunidad estaba en colaborar con las asesorías. Incluso han sabido crear un sistema innovador en la difusión de sus productos y soluciones en el que unos despachos colaboran con otros, transmitiéndose mutuamente las experiencias, dificultades, buenas prácticas, etc., generando así la posibilidad de construir con confianza la transformación digital.
Incuso algunos despachos ya han entendido esta oportunidad y han empezado por convertirse en consultores de sus colegas para esta transformación digital, con formatos bastante innovadores en la difusión de innovación: clubs de colaboración e intercambio de experiencias y de evidencias de los beneficios del cambio.
Los nuevos economistas o técnicos están también impulsando la transformación. También aquí hay Millennials. La entrada de competidores puede ser alta, porque los nuevos despachos los forman gente joven, familiarizada con la tecnología, con un ánimo competitivo y determinada a diferenciarse. Además buscarán el recurso digital y remoto muy poco dependiente de la fuerza de trabajo y costes fijos.
Los despachos tradicionales tienen un asset importante que es la confianza en sus clientes, pero es una ventana de oportunidad que se va a reducir a gran velocidad si no se procede a una rápida transformación.
La ventaja básica de la nueva tecnología de información es básicamente ofrecer un más por menos a los clientes, más calidad, más valor añadido y menos coste. Pero el más no es sólo más eficiencia o calidad. También añadir más valor al cliente. La tecnología disponible abre a los asesores una triple oportunidad para aprovechar sus prestaciones o el tiempo que les libera:
Y por supuesto hacer un trabajo más interesante, al menos para los jóvenes que llegan nuevos y necesitan trabajos más estimulantes.
Sin embargo, la transformación digital no es una tarea fácil para una profesión pegada ‘al papel y al lápiz’ y la tarea de juntar tickets. Aunque esta imagen de la profesión ya no sea tan válida para retratar la generalidad, las barreras son varias y sobre todo culturales, de inercia y resistencia al cambio de rutinas laborales, a veces con la desaparición de la propia tarea poniendo en riesgo al trabajador.
La transformación requiere también inversión que aunque no parece excesiva, toda inversión en la situación de retraimiento del crédito es difícil.
Pero sobre todo hay una falta de perspectiva y de juicio. Se echa de menos la capacidad de levantar la mirada de la mesa, de imaginar un plan y unos objetivos de crecimiento y mejora del valor aportado.
Estas transformaciones requieren de un cambio cultural, igual que en los despachos de abogados: pensar más en el cliente, organizar las asesorías como negocio, una mayor ambición en la generación de un valor superior para el cliente y en desarrollar su comercialización y una estratégia.
En definitiva, los despachos profesionales pueden llegar a convertirse en auténticas consultoras, como sus primas lejanas las grandes consultoras, o pueden ampliar su abanico de servicios a empresas, en el ámbito de los pequeños negocios y autónomos.
Las tendencias que se proyectan hacia el futuro por algunos de los despachos entrevistados, hablan de una reestructuración profunda del sector: